Los mayores desastres ambientales de la historia | Digital Trends Español

2022-09-10 11:09:03 By : Mr. Michael Zhang

Daños irreparables en la flora y fauna del planeta, miles de muertes y problemas para la salud de millones de personas, son algunos de los efectos de mayores desastres ambientales de la historia. Derrames de petróleo, accidentes nucleares, fugas de gases tóxicos y grandes incendios forestales son solo algunos de los eventos más trágicos de las últimas décadas.

Las fuerzas militares iraquíes quemaron unos 700 pozos petroleros durante la Guerra del Golfo en 1991, como parte de una técnica defensiva contra las tropas estadounidenses. Sin embargo, los incendios se salieron de control y solo pudieron ser controlados diez meses después. Se quemaron alrededor de seis millones de barriles de crudo (95,000 metros cúbicos) por día, lo que significó pérdidas de unos $1,500 millones de dólares para Kuwait. ​

Se produjo una dramática caída en la calidad del aire debido a la emisión de dióxido de azufre, lo que provocó problemas respiratorios en la población local. Además, se formaron centenares de lagos de petróleo que formaron capas de “cemento alquitranado” en cerca del 5 por ciento de los 17,000 km² de la superficie de Kuwait.

El mar de Aral, ubicado entre Kazajistán y Uzbekistán, era hasta 1960 uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, con una superficie de 68,000 km². Sin embargo, su tamaño original se ha reducido a menos del 10 por ciento, debido a que durante la época soviética se construyeron desvíos en los ríos que lo alimentan y que hoy son parte de los territorios de Kirguistán y Tayikistán.

El lago hoy está dividido en dos partes. El mar de Aral Norte ha recuperado parte de su condición debido a la construcción de una represa. Sin embargo, el mar Aral Sur, que parece destinado a secarse totalmente, debido a la falta de recursos. Se han formado enormes llanuras de sal, que han transformado el clima en uno desértico y  que producen poderosas tormentas de arena.

El terremoto de 9.0 grados en la escala de Richter que sacudió la costa noreste de Japón marzo de 2011 –y que fue acompañado por un tsunami–, provocó un accidente nuclear en la central Fukushima I, que tenía seis reactores de agua en ebullición.

Aunque los sensores apagaron el proceso de fisión tras el terremoto, el tsunami de 14 metros de altura superó el dique de la planta y destruyó los generadores de emergencia, provocando la pérdida accidental de refrigerante que condujo a tres fusiones de núcleo, tres explosiones de hidrógeno y la liberación de contaminación radiactiva. Además, grandes cantidades de agua contaminada con isótopos radiactivos llegaron al mar.

Debido a los recientes niveles de radiación, el gobierno japonés declaró una zona de evacuación de un radio de 20 kilómetros. En 2018 una persona falleció producto de un cáncer, en la única muerte atribuida al evento.

Al menos 2,000 personas enfermas fue el saldo de una nube de dioxinas provocada por un accidente en una planta química en la localidad de Seveso, Italia, en 1976. Además, cerca de 80,000 animales fueron sacrificados para evitar que la toxina ingresara a la cadena alimentaria.

El fabricante suizo de cosméticos Givaudan fue condenado a pagar una compensación de unos $13 millones de dólares (20,000 millones de liras italianas), mientras que cinco trabajadores de la planta fueron condenados penalmente. Tras el accidente, Europa adoptó en 1982 la Directiva Seveso, que regula la fabricación y almacenamiento de materiales peligrosos.

El buque petrolero Amoco Cádiz derramó 1.6 millones de barriles de crudo –unas 220 mil toneladas de petróleo- en el sector de Bretaña, frente a las costas de Francia, después de partirse por la mitad tras un potente temporal. El accidente contaminó cerca de 200 millas de costa y provocó la que es considerada una de las mayores muertes biológicas de vida marina en un incidente de este tipo, incluyendo flora marina, peces, moluscos y aves.

En 1988, un tribunal de Estados Unidos condenó a la compañía estadounidense Amoco Corporation a pagar $230 millones de dólares por los costos de limpieza y daños, en respuesta a una demanda presentada por el gobierno francés, empresas y ciudadanos.

La explosión de un reactor en la planta de energía nuclear de Chernobyl, en la Ucrania soviética, es el peor desastre ambiental de la historia. Aunque el accidente de 1986 provocó la muerte directa de 31 personas, se cree que entre 5,000 y 90,000 personas perdieron la vida en el mediano y largo plazo como consecuencia de los materiales radioactivos y tóxicos. Se estima que el accidente expulsó hasta 500 veces más cantidad de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio y grafito que la liberada por la bomba atómica de Hiroshima en 1945.

Las autoridades soviéticas establecieron una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la central, donde está prohibida cualquier actividad humana.

Cerca de 3,000 muertos y medio millón de enfermos fue el saldo de una fuga de isocianato de metilo, un compuesto que la empresa estadounidense Union Carbide utilizaba en una fábrica de plaguicidas en la localidad de localidad de Bhopal, India. El incidente generó numerosos problemas de salud, como ceguera o afecciones respiratorias crónicas, en los sobrevivientes, además de provocar malformaciones congénitas en recién nacidos con madres expuestas al gas.

En 1989, el gobierno indio aceptó una indemnización de $470 millones de dólares, unos $500 dólares por personal, una cifra que los familiares consideraron insuficiente. En 1999, la justicia india solicitó a Estados Unidos la extradición de Warren Anderson, CEO de Union Carbide, pero fue rechazada. Solo en junio de 2010, siete exempleados –todos indios- fueron condenados por la justicia local por negligencia.

El petrolero Exxon Valdez, propiedad de Exxon Shipping Company, derramó 257,000 barriles de crudo (unas 37,000 toneladas) frente a la costa de Alaska, tras chocar contra un arrecife, el segundo evento más grande en aguas estadounidenses.

Es considerado el peor derrame de petróleo del mundo en términos de daños al medio ambiente, ya que contaminó 1,300 millas de costa (2,100 kilómetros), provocó la muerte de 250,000 aves marinas, 3,000 nutrias marinas y 250 águilas calvas, y destruir millones de huevos de salmón.

Tras el accidente, Estados Unidos aprobó una legislación para regular la industria del transporte marítimo, incluida la Ley de Contaminación por Petróleo de 1990, que aumenta las sanciones por derrames de petróleo.

Más de 100,000 metros cúbicos de aguas residuales contaminadas con cianuro fueron vertidos después de que cediera un dique de una mina de la compañía australiano-rumana Aurul en el río Somes, en Rumania.

La cantidad de cianuro vertida en el río superó 800 veces el límite legal antes de que se pudiera detener la fuga  y la contaminación alcanzó los ríos Lupes, Tisza y Danubio, provocando la muerte de flora y fauna durante varios kilómetros.

Considerado el peor desastre ambiental desde el accidente de Chernóbil, el accidente afectó a industrias pesqueras locales e impidió el acceso al agua potable para los residentes de Serbia, Hungría, Rumania y Bulgaria durante varios meses.

La explosión en una plataforma de la compañía petrolera británica BP en el Golfo de México, que perforaba en aguas submarinas, provocó la muerte de 11 personas y dio origen al mayor derrame de petróleo en la historia de Estados Unidos.

Durante casi tres meses, entre abril y julio de 2010, se derramaron entre 4.1 y 4.9 millones de barriles de crudo (560 a 585 mil de toneladas), provocando daños en la vida silvestre, el ecosistema, la pesca y el turismo, avaluado en unos $17.2 mil millones.

Las autoridades estadounidenses obligaron a BP para crear un fondo de $20,000 millones de dólares para costear los daños y la limpieza, y suspendieron durante seis meses a la perforación de petróleo en aguas profundas, con el objetivo de evaluar los daños e imponer nuevas medidas.

Más de 80,000 incendios forestales, que han dejado más de tres millones de hectáreas quemadas, se han reportado entre 2019 y 2020 en la selva amazónica de Brasil, poniendo en el centro del debate las preocupaciones sobre la deforestación del que alguna vez fue el pulmón de la Tierra.

Los incendios están asociados a la tala y quema de árboles, tanto para la obtención de recursos naturales para la industria maderera como para dar paso a actividades de explotación minera, la ganadería y la agricultura, como la soja.

Aunque el gobierno brasileño de Jair Bolsonaro se había negado a recibir ayuda para controlar los incendios, finalmente aceptó recibir $12 millones aportados por el Reino Unido.

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